ROSE MARIE BUTTO

Rose Marie Butto Gallardo, nació el 03 de noviembre de 1965 en Santiago de Chile. Sus estudios primarios y secundarios, los realizó en el Colegio Isabel la Católica (Santiago) y profesionales en Centro de Estudios Manpower de Chile (Secretaria Ejecutiva).
En el año 2021 ingresa al Taller de Poesía y Literatura de la I. Municipalidad de Cartagena. El 14 de octubre del 2022 Publica su primer libro “Sangre Árabe”. En el mismo año participa en el Concurso Literario “Cuéntame Cartagena”, donde obtuvo el Primer Lugar, con el cuento “El Brasero”. El 13 octubre de 2023, publica el libro Horizontes Rescatados.
EL CUENTO ¨EL REGALO¨ FUE GANADOR DEL TERCER LUGAR A NIVEL REGIONAL, 2024 Y LO PUEDEN ENCONTRAR DIGITALIZADO ¨EL LIBRO ANTOLOGÍA, HISTORIAS DE NUESTRA TIERRA¨.
EL REGALO
Carmen, ¿te acuerdas?, pregunta Manuel a su esposa mientras compartían una taza de té junto a su hijo Francisco de siete años. ¿Qué debo recordar?, contesta Carmen con una sonrisa, mirando a los ojos a su amado Manuel, con la misma delicadeza de años pasados.
Recuerdas cómo me esmeré para que te fijaras en mí, me costó bastante trabajo, porque no mirabas a ningún chico. ¿Y aquel caballo con el que solía pasear por tu casa?, apenas podía montarlo, “Flecha” era su nombre, porque corría velozmente y más de una vez me tiró al suelo. Era un poquito más grande que tú Francisco, ya sabía montar, sembrar la tierra, cosechar las grandes lechugas de tu abuelo y las vendía, para tener algo de dinero para comprar un regalo a tu madre. Lo que más le gustaba, eran las flores, solía llegar hasta la puerta de su casa, con un ramo, no sabes lo bien que se sienten las mujeres cuando te ven con flores en las manos, así enamoré a tu mamá, montando mi caballo, una caja de bombones y hermosas rosas de todos colores que tu abuela cuidaba con tanto esmero.
Carmen sonríe rememorando aquellos tiempos y le comenta a su hijo de los magníficos y dichosos momentos de su vida. Esta charla tan emotiva, ocupó casi toda la tarde de aquel día.
Los padres de Francisco eran dueños de una parcela en la hermosa localidad de Lo Abarca, que se encuentra muy cerca de Cartagena. Contaban con grandes sembradíos de lechuga costina, las que comercializaban en toda la región, siendo éstas las de mayor tamaño y delicioso sabor, destacándose por sobre las demás, lo que, en más de una ocasión, habían obtenido premio y merecido reconocimiento, durante la Feria Agrícola que se realiza en el mes de febrero.
Teresa se encontraba de paseo junto a sus padres en Cartagena. Eran los últimos días del mes de abril y se habían enterado de que, en esta fecha, se realizaba la Fiesta del Vino en Lo Abarca. Decidieron recorrer por primera vez aquella zona tan sorprendente, visitando y conociendo sus lugares turísticos que los llenarían de asombro. Antes de ingresar a Lo Abarca, se encuentran con el hermoso Cristo de la Bienvenida cuyo crucifijo mide cerca de tres metros, luego la Medialuna donde se celebran fiestas patrias. Pronto llegarían a la Plaza, sorprendiéndose con la Parroquia Purísima Inmaculada Concepción, la más antigua de San Antonio, a su lado, el Museo Parroquial, a pocos pasos, la Escuela Carmen Romero Aguirre. Hermosos murales de mosaicos cargados de historia que adornan sus alrededores. Finalmente, se encontrarían con la viña, que ofrecía una gran variedad de vinos.
Caminaron nuevamente hacia la plaza, donde se encontraban puestos de artesanos, degustaron varios vinos y observaron algunos coches tirados por caballos, lo que les resultaba algo realmente asombroso, pero más admirable fue, el saber que aquellos percherones eran los que, en Domingo de Resurrección, junto al Cura y más de cien huasos, llevan la comunión a los enfermos, durante la fiesta de Cuasimodo.
Una muy risueña señora de largos cabellos blancos y de pequeña estatura, vendía algodón de dulce ofreciéndolo a los niños. Su agradable aroma a caramelo había logrado atraer la atención de Teresa, quien no dudó en pedir a sus padres que le comprara el más grande que había en el carrito. En ese momento, llegó Francisco acompañado de sus padres, quienes también disfrutaban de estas fiestas tradicionales. En ese momento ambos pequeños cruzaron sus miradas, comenzaron a jugar y muy pronto se hicieron amigos.
Compartieron una tarde de bastante entretención junto a los niños que visitaban el lugar, mientras los adultos se dedicaban a recorrer los puestos de artesanía, adquiriendo algunos recuerdos y productos del valle. Francisco miraba tiernamente a su nueva amiga Teresa, quien solo estaría aquella tarde en Lo Abarca.
Francisco pensó una y otra vez, qué podía obsequiarle antes de que se fuera. En ese momento, recordó la conversación de sus padres, lo que le gustaba a su madre, las flores que cultivaba su abuela.
Había llegado el momento en que Teresa debía partir. Francisco corrió lo más rápido que pudo, cayendo varias veces al suelo, pero lograba levantarse e incorporarse para seguir corriendo. Llegó hasta su casa, recorrió la parcela una y otra vez, buscaba algo, pero algo especial, tan especial como lo que su padre regalaba a su madre. Miraba hacia abajo, tocaba la tierra, se devolvía, avanzaba, cuando de pronto, vio lo que le pareció lo más hermoso, tan bello como las rosas de su abuela.
Corrió camino a la plaza, con la esperanza de alcanzar a Teresa para entregarle su regalo. Se hacía algo dificultoso transportarla, porque, tapaba su cara, la cargaba con ambas manos y ya comenzaba a pesarle. Una vez en la plaza, miraba en todos los sentidos, no podía encontrar a su amiga, buscaba entre la multitud, tenía la esperanza de verla, no quería que se fuera sin antes entregarle su regalo. Hasta que finalmente logró encontrarla, los padres de ambos pequeños se miraban y sonreían.
Francisco delante de Teresa, le extiende sus manos con un regalo sorprendente, que mientras se lo entregaba, le decía: “quiero regalarte lo más bonito, lo más preciado que tenemos, aquello que cuidamos con cariño, al igual que mi papá regalaba las rosas más coloridas de su casa a mi mamá, yo te he traído lo más bello de mi casa, esta hermosa “lechuga costina” que es la más grande, la más verde, para que me recuerdes, a través del sabor de Lo Abarca”.