Dalia Bascuñán
Dalia Bascuñán, es seudónimo inscrito de Carmen Gloria López Molina (Santiago, 1980), en un principio utilizo este otro nombre, porque ya existía una autora reconocida con el propio, pero en la actualidad considera que es parte de su forma, su esencia y le ha abierto canales creativos inesperados, es “como un volver a nacer”.
Dalia es una persona muy espiritual, sensible, creativa y existencial. Es Trabajadora Social de profesión, comenzó a escribir poesía a los 34 años, después de pasar por muy malos momentos, fue entonces que una amiga le recomendó escribir, cuando se encontraba “Al borde de la locura, en el abismo de la tristeza”. Escogió la poesía, porque la amó desde niña “Cuando encuentro un poema que llega a mi corazón, es como encontrar pepitas de oro en una oscura mina”. Después de 8 años, a través de un proceso espiritual importante, decidió mostrar su poesía y luego publicarla.
En mayo de 2024 lanzó su primer libro “El encuadre del silencio”, con 83 poemas, en junio público el segundo “Los mil caminos del ciempiés”, que cuenta con 89 poemas, ahora está trabajando en la edición de su tercer libro “Entre lo tácito y lo tóxico”, que también tiene 89 poemas, todas sus publicaciones las realiza con Ediciones Una temporada en Isla Negra. En este momento escribe su sexto libro.
La poesía para ella “es sentimiento, no intelectualidad, es inhalar lo sencillo y exhalar lo mágico, es unir el latido a la palabra no dicha.” Lo vive como un regalo que le es dado para regalar a los demás.
Actualmente vive en Algarrobo y se alegra de ser parte del Litoral de los Poetas.
Anillo de Cristal
Mi anillo el más preciado,
era claro y luminoso,
como el amanecer de un nuevo día.
Le di un espacio significativo
en la cosecha de recuerdos de mi vida
y lo amaba, como el niño que no se separa de su manta.
Era de cristal radiante
y parecía que absorbía todo halo de luz
a donde quería que iba.
Había muchos, pero para mí era el único
especial y perfecto,
grande como mi espíritu
y claro como los primeros rayos de sol
que se asoman cada mañana en mi ventana.
Éramos, él en mi mano
y yo en su completa forma.
Un día cualquiera
de un día inesperado,
salto de mi dedo adelgazado,
víctima de la impertinente dieta
y voló por los aires
y encontró presuroso la tierra.
Pobre mi anillo amado,
que se volvió miles de cristales
en un marmoleado suelo.
Fragmentos de luz ya sin forma
yace mi anillo sin dedo
al final del triste joyero.
Por no parecer materialista
mi llanto acallé,
aunque bien les digo,
que nunca es tarde para confesar una pena,
sobre todo, cuando es por un fiel,
aunque material amigo.
(De: El encuadre del silencio)
Un día
Un día seré libre,
para caminar descalza,
no tendré miedo
del pasado,
ni del presente.
Pasearé entre los árboles
que me recibirán gustosos,
celebraré tranquila
que me encuentro viva.
Que no necesito grandes lujos,
ni mentiras,
que el tiempo es uno
y no va deprisa.
Que las calles que me miran
son azulejos dispersos,
donde construyo el paisaje.
Creeré que el eco de mi voz
es calmo,
si el clamor de mi voz sereno.
Un día me daré cuenta
de que el camino
ya está hecho.
Que no vale de nada
la prisa,
la rabia,
el deshielo.
Que lo que miro
no es al antojo
que nada persiste,
ni nada es concreto.
Y miraré el cielo
y sentiré la ternura
de la creación
y mis pies estarán tibios
sentiré la tierra,
la vida,
el aire
y me volveré flor.
(De: Los mil caminos del ciempiés)