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Antonio Duarte Vilches


Antonio es el seudónimo que ocupa el poeta Marcelo Antonio Duarte Vilches, nació el 8 de febrero de 1973 en La Boca del Río Maipo, trabajador portuario desde 2018 y dirigentes sindical desde el 2021 siendo reelegido desde julio de este año. Escribe poesía desde hace 25 años. Ha participado en santiago en 100 palabras, en Letras del vino, siendo premiado en el 2013 con el segundo lugar, 2014 Tercer lugar y 2015 tercer lugar. El año 2012 obtuvo el  segundo lugar regional categoría poesía en Limache (Casa de la UNCO).

Participo en el 2° Festival del Libro y la Lectura de San Antonio, firmando su libro Río Revuelto.

EN UN SUSPIRO

En un suspiro se escapa la vida.

Una flor marchita dejando sus

pétalos, que un día fueron

terciopelo dibujado en el firmamento

de los cósmicos jardines.

Refleja la que un día fue,

la dorada,

la hija del rey de los rosales

que un día la abrazó con

sus espinas de sangre madura...

Frívolo el tiempo, la atormenta

con el espejo del ayer

que le arrebató la sonrisa

y su perfume de abejas

que cantaban hasta el amanecer.

FUGITIVA

Te busco entre las nubes

de mi crepúsculo atiborradas

del camino, al amor cuando sube

a depositar las flores gastadas...

Cuando tu luz florece en el arrebol

la oscuridad se va, te dejaste amar.

¡Yo, como cuervo negro, brillo como farol!

Me derramo como epitafio del mar.

¡Yo, como cuervo negro, brillo como farol!

Me derramo como epitafio del mar.

Añoso el naufragio de los elementos.

La muerte no duerme conmigo en la tierra,

me aferro al testamento de los vientos.

Deseché todas mis armas, renuncio a la guerra.

EL OCASO DE LA CARNE

¿Quién puede callar una canción de luna

con luz de espuela de plata?

Si es el sol con sus brillos y arreboles

quien determina la palidez de los amantes

de fulgurosos ojos y frentes con estrellas.

El mar con su canción perpetua

enamora los truenos biselados

de espumas marchitas.

En las callejuelas de mis pensamientos floridos

al caer el sol, mueren mis cantos plasmados en la arena

de la última playa de corazón libre.

El mar se lleva los vestigios de mi carne

que muere cada noche pensando en que vendrás.

Cada latido, un verso tibio

como vuestras mejillas.

Cada trozo de mi carne es vencida por silencios.

Cada lágrima negra una espina

en mi llaga de fuegos,

fuegos eternos como vuestro recuerdo

de noche, miel y pincel de primavera.

En el último aliento del sol,

mi alma se funde

en el deseo de veros al fin

y sacudir vuestra tierra inerte de perfumes del ayer.