FELIPE ARANCIBIA ZURITA
Felipe Esteban Arancibia Zurita (San Miguel, Santiago de Chile) Nace en 1985, es actor titulado de la Universidad Arcis (2007). Funda la compañía de Teatro-Danza “El aguante”, con la cual realiza tres montajes escénicos. El 2018 publica su primer poemario “2571 días + la infinitud de tu aura”. El 2020 el segundo poemario “La sangre estancada”, y el 2023 realiza una publicación doble “Los pilares de la inercia” y “Comiendo el hambre/Escupir la ilusión”. Desde 2020 reside en la Comuna El Tabo, y desde el 2022 realiza encuentros de poesía y música en Torre de Orión (El Quisco). Integrante de la Compañía de Teatro Danza “Buenas personas” creada en 2023 (El Quisco).
Desintegración
Tierra;
última estación de mi cuerpo
ya pronto seré irreconocible.
Tu abrazo
¿me dejará subir por los árboles?
mi desaparición
¿está endulzando las aguas?
logras degustar la dignidad de mis intentos?
y al tragarme
¿te ríes o lloras?
necesito saberlo.
¿Aconsejarás un minuto de silencio?
¿conoceré el lugar donde mis ojos se fugaron?
cuéntame…
¿debí haber sido más imprudente?
¿encendí todo el amor que me era predestinado?
antes que los ojos desaparezcan
muéstrame esos colores que me trozaron
y úntalos
en el peso de mi silencio.
El amor del poder
En el país que sublima la injusticia
groseramente desnuda
groseramente sostenida,
se extiende el infierno de los ojos
y la nostalgia de la resistencia
hasta enloquecerse
la estrella de nuestro pecho
que sueña con salir del hambre.
En la mecanicidad del pobre
donde las parietales se rompen
donde el amor se enferma
respiro la única belleza posible,
la de nuestra fuerza escupida
infatigablemente escupida
Oleaje inquebrantable
que nos quiebra
renovando esa esperanza
obesa por desnutrición
la cual ya está tocando
a los hijos de nuestros hijos.
La horizontalidad del dolor
Remuevo los nutrientes de este espacio-aire
y el cerebro se me vuelca de futuro.
Mi lengua contiene un temblor,
un temblor más persistente
que la postura de Cristo.
Sumerjo los ojos en la oscuridad del hambre,
abro mi plexo embrutecido de cielo
y veo la arquitectura de un fuego castigado.
En el fondo de esa apertura;
la esperanza de una imaginación
colgando sobre mis huesos
los gestos que aún no comprende.