GUAYLANDIA MI RINCÓN
En los años setenta jugaba volley por el liceo Manuel de Salas. “Chorugo”, el Sr Martinez nos trajo al equipo alguna vez a trotar por la playa y hacíamos ejercicios con chalecos con arena. Allí conocí “Guaylandia”.
Los años pasaron, viví muchos años fuera de Chile. Pero al fin regresé el año noventa y uno. Encontré a mi querido profesor jefe el Sr Georgudis del liceo Manuel de Salas, que tenía una casa tan linda en la parte de arriba de las dunas. Me nvitó a tomar un té a la hora del crepúsculo, y su salón se llenó de colores mágicos.. le dije ..profe querido si algún día le da por vender su casita, me avisa.. luego de arreglar unos problemas en chile tomé ese avión para otra vez recuperar el sol tropical de Brasil, y navegar..
Navegante de mares del sur del pacífico y sus islas por los últimos veinte años, recibí el año 2010 un correo de mi profe georgudis y cuqui, que vendían su casita colorida y hermosa de la duna..pero había que comprarla ese verano.
Así fue como en febrero, del año 2010 que el profe y familia tuvieron su último verano Guaylandino. Tomamos posesión de la casa linda, para los papeles y transacciones. Le dije que aún no podía estar en Chile. El trabajo y el colegio lo impedían. Que su casa era mi casa pero que podían seguir viniendo. En fin, no quiso.
El año 2012 mi hija Amandina quiso validar su titulo universitario en Chile y vivió en Guaylandia casi un año. Para ella y su hermana, vivir en su país es sinónimo de Guaylandia.
Vinimos con Bernard regularmente a Guaylandia algunas semanas por año a visitar el barrio, e hicimos turismo en un país que yo ya no conocía.. Empezamos a hacerproyectos de vida cuándo jubilar era la posibilidad. Mientras tanto la familia y las nietas vienen cuando se puede y pasamos semanas hermosas entre la zumba, y el Club de Tobi.
El año de pandemia la pasamos en el barrio de Guaylandia. Hicimos amistad con las vecinas, Marianne organizo tejidos para los Haitianos, y yo clases de español.. Nos fuimos integrando. Con Lola hicimos pinturas y telares. Nos organizamos y la pandemia fue un pretexto mas para convivir. Aird que estaba viejito, lo ayudamos a hacer cosas entretenidas y nos ocupamos de él, con la buena comida, sopitas y cariño. Hoy lo extrañamos demasiado. Su partida repentina nos entristece hasta hoy.
En ésos tiempos organice el “compost” comunitario que funcionó poco.. y fue una lástima. Por mi barrio de las dunas somos tres casas con compost y jardines. Maria Eugenia pionera de los jardines, Peter de las buenas ideas, Bernard de su habilidad de arreglar todo lo que se puede. Aquí en las dunas, somos un buen equipo.
Entonces y resumiendo, desde el año 2010 somos parte de la comunidad, y desde la pandemia ya habitantes a tiempo completo. Pero salimos cuando se puede al Sur de Chile que nos gusta tanto, tenemos un campo hermoso, con frutales y abejitas para colaborar a la vida.
El invierno en Guaylandia es un tiempo de trabajo intelectual y de las artes. Aprovechamos los amigos presentes, para festejar las buenas cosas, y alimentar el amor y la amistad.
Seguiremos en esa tónica, mientras se pueda, y bienvenidos quienes vengan a compartir. No se necesita casi nada, para la paz y la felicidad. La vida sana nos acompaña y por ahora estamos todos bien.
Termino el relato hoy, llueve hermoso para las plantitas, la música de fondo alimenta el espíritu, y nos espera un rico almuerzo con albaca del jardín…