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Isabella Castellón


Isabella Castellón es el seudónimo que utiliza esta escritora que nació en el Litoral Central chileno, donde ha permanecido toda su vida. Su experiencia como autora se interna con singular pasión por las novelas, donde se ha destacado por la creatividad y sencillez de sus historias, lo que ha llevado a obtener prestigiosos premios en el campo de la literatura

Comenzó escribiendo cuentos infantiles llevándola a obtener el segundo lugar en el concurso de Cuentos Infantiles Taller La Covacha 2010 y una mención honrosa en el concurso de Cuentos Infantiles, del mismo Taller el año 2011.

En julio de 2013 Diversidad Literaria de España selecciona un relato de su autoría para ser publicado en el libro Porciones del Alma.

En el año 2013 publica su primera obra literaria “Otoño en abril” con Editorial Forja. Novela que fue nominada al Premio Altazor el año siguiente. Ese mismo año en el marco del Día Internacional de la Mujer es condecorada en reconocimiento a su trayectoria y aporte al desarrollo artístico y cultural de la Provincia de San Antonio

Desde siempre ha sentido curiosidad por contar historias, así fue como en 2018 publica su segunda novela “Que te condene Dios” bajo el sello de Mago Editores. Novela que en parte pudo ser publicada gracias a los Fondos de Iniciativas Culturales San Antonio. Cabe destacar que ambas novelas están incluidas en el fomento lector de colegios en Santiago y en la Provincia de San Antonio.

En marzo de 2021 presenta su tercer libro Café de Barrio, esta vez con Amatriz Editorial Independiente que fue publicado gracias a la iniciativa FICSA, del Centro Cultural San Antonio.

Desde esa fecha hasta hoy visita colegios, dando charlas, mostrando su trabajo literario a jóvenes de Educación Básica y Media.

Ha sido jurado de Concursos Literarios a nivel Provincial y ha visitado Ferias del Libro a lo largo del país.

Y la tierra se sacudió.

En pleno invierno de 1906 mientras llovía a cántaros y el viento soplaba incesante, Rosita se atrevió a preguntarle a su patrón, el señor Salvatierra, por la niña Elena.

—Disculpe señor por el atrevimiento, pero quisiera saber de la niña. La he soñado por estos días y eso me tiene un poco angustiada—formuló la mujer.

No alcanzó a escuchar la respuesta, puesto que sucedió lo espantoso. En segundos las ventanas comenzaron abrirse de par en par producto del viento que reinaba esa noche, la lluvia caía con una fuerza descomunal y de pronto la tierra comenzó a moverse con descontrol.

— ¡Terremoto! ¡Terremoto!— gritó Rosita exaltada.

El patrón la tomó del brazo y la llevó bajo el umbral de la puerta, mientras el ruido ensordecedor de la vajilla y las copas caían al suelo. Fueron cuatro minutos de angustia y sufrimiento. Los gritos de María se escuchaban desde el comedor. Los caballos asustados echaron a correr desorientados perdiéndose en la polvareda de los cerros, mientras la hacienda se desvanecía al compás del movimiento. Fueron cuatro minutos de desesperación, un remezón que comenzó leve y luego fue aumentando sin que dejara de moverse la tierra. Cuando pensaron que había pasado lo peor, vino el segundo terremoto siendo aún más violento.

Fue una catástrofe, la ciudad completa quedó aislada, las réplicas no cesaron en toda la noche causando permanente intranquilidad en la zona. Eduardo Salvatierra viendo el destrozo que había dejado el terremoto, ordenó a Rosita que fuera por los criados, esta muy asustada corrió a ver a María y ahí la encontró aplastada por una muralla de adobe sin que nada se pudiera hacer. El terremoto dejó un saldo de tres mil muertos, sin contar los que quedaron en estado de gravedad y fallecieron después. 

Rosita al ver a su tía aplastada por completo entró en shock.

—Mi tía tenía razón—decía llorando, mientras sacaba los trozos de adobe que cubrían el cuerpo robusto de la mujer.

Segundos pasaron para que llegara José y los otros criados en ayuda. Angustiados por lo sucedido trataron de sacar los bloques de barro mientras Rosita seguía gritando

— ¡Mi tía tenía razón! Ella lo sabía. —formulaba entre sollozos.

— ¿De qué hablas Rosa?—preguntó José.

—Mi tía sabía lo del terremoto. La familia del Monte le comentó al patrón lo que estaba por ocurrir hace un par de días cuando el capitán de corveta pronosticó la alineación de los astros. La carta fue publicada en el diario El Mercurio para que la población estuviera preparada pero nadie hizo caso. Cómo decía mi tía, estas cosas raras vienen de brujos, y a esos hay que temerles—formuló mientras seguía sacando escombros.