Cookies

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios.

Un lugar en el sol, de Carlos Roa Hewstone

El poema como arqueología del mundo 

En Un lugar en el sol, Carlos Roa Hewstone despliega una de sus propuestas poéticas más ambiciosas. El libro, publicado por RIL editores en 2025, se presenta como una travesía por los restos del tiempo, una topografía del espíritu humano desde las primeras civilizaciones hasta el presente. Cada poema es una estación de esa arqueología de la memoria: un lugar donde la historia, el mito y la muerte dialogan bajo el signo de la luz. El poemario abre con los himnos de Akenatón y Ezra Pound, y esa doble invocación no es casual: en ella confluyen la antigua sacralidad solar y la modernidad fragmentaria. Roa escribe desde la tensión entre ambas —entre el origen y la ruina—, y convierte su libro en un atlas poético de los grandes relatos humanos: Egipto, Mesopotamia, Roma, China, América, los desiertos, los mares, los nombres perdidos. En sus páginas conviven Naram-Sin y Caravaggio, Job y Kaspar Hauser, Hipatia y Sebastián Elcano; todos testigos del impulso creador y destructivo que define a nuestra especie, asimismo, nuestra incesante búsqueda de sentido.

La escritura de Roa combina rigor erudito y emoción visionaria. Su verso libre, de cadencia bíblica y tono elegíaco, parece dictado por la conciencia de quien contempla las edades del mundo desde un punto crepuscular. La historia no es aquí un dato, sino una herida: “Muéstrame de qué es capaz un rey / y yo te mostraré lo que puede un dios”, dice en La maldición de Agadé, uno de los poemas más intensos del libro. En otros, como Yo, Caravaggio, muero o Temeroso de Dios, la voz poética asume el destino trágico del creador frente a su fe y su sombra, mientras que piezas como El hijo del cielo o Pakal expanden la mirada hacia civilizaciones donde el poder y la divinidad se confunden en un mismo fuego.

Formalmente, el volumen muestra una notable unidad. La sintaxis amplia, la imaginería cósmica y la alternancia entre narración y plegaria confieren al conjunto una respiración epopéyica, pero también íntima. Roa no reconstruye la historia desde la nostalgia, sino desde la conciencia de su fracaso. En ese sentido, Un lugar en el sol no es solo una antología de civilizaciones perdidas, sino una meditación sobre la persistencia del mal, la belleza y la muerte como formas de conocimiento.

Si su libro anterior, Los hombres rotos, exploraba la fractura del sujeto contemporáneo, este nuevo trabajo desplaza la mirada hacia la totalidad: hacia el deseo humano de hallar sentido en la vastedad del tiempo. En Roa, el poema no busca redención sino lucidez, y en esa lucidez arde su ética. “Quedémonos entonces, uno al lado del otro, absortos, mirando en uno solo todos los amaneceres juntos”, se lee en el texto inicial: una declaración de amor y de destino que resume la fuerza solar del título. 

Con Un lugar en el sol, Carlos Roa Hewstone entrega una obra mayor, un libro que hace dialogar la poesía con la historia universal, el mito con la conciencia contemporánea. Su voz confirma que aún es posible pensar la poesía como una forma del conocimiento, como un acto que ilumina lo humano en sus orígenes y en sus ruinas.