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ELEMENTOS ESTÉTICOS DEL POP SIMBÓLICO DE MARCOS MOSCHENI FLORES

Phd. Carlos Roa Hewstone

Encargado difusión Artes Visuales Revista Espejo de Agua

Marcos Moscheni Flores finaliza un extenso periodo surrealista alrededor de 2011, en que comienza su trabajo actual dedicado a un arte Pop que, según lo entiendo, posee fuertes componentes neo simbolistas. Me centraré, pues en esta última etapa. Debo señalar que Marcos teoriza poco sobre su propia forma de hacer arte. De modo que lo que propongo es interpretar lo que yo entiendo por su trabajo y no, necesariamente, coincidir con él, sino más bien situarlo entre los referentes que, de acuerdo a lo que creo, le son más próximos, al tiempo que distanciarlo de aquellos que intuyo le son más ajenos. Trataré, en la medida de lo posible, de establecer tres hipótesis respecto de su última pintura. Paso a exponer la primera. La determinación de Marcos por acercarse al arte Pop, responde a la adopción de una forma de mirar el mundo contemporáneo, sus artefactos, sus íconos y las posibles modificaciones de las imágenes de la cultura popular, con la fuerza suficiente para sustituir las limitaciones del lenguaje del surrealismo o ciertos informalismos, normalmente ligados, o bien, al enfoque subjetivo, o bien, a cierto impersonalismo presente en algunos movimientos artísticos americanos, tales como el expresionismo abstracto de Jackson Pollock o Mark Rotko. Si apelo a su sencillez habitual, considero que los rechaza por encontrarlos excesivamente grandilocuentes o demasiado solemnes. Si, en cambio, apelo a lo que pienso sobre su trabajo, Marcos se aleja de ambos por no responder a las necesidades expresivas que busca en este momento de transición, cuya ejecución tenemos la fortuna de ver en el presente y en directo, ya que es un work in progress, más que una opción pictórica finalizada.

NEBULOSA MMF56

Acrílico sobre tela

160X140 cm

2011

Pues bien, como se puede apreciar, el expresionismo abstracto tomará elementos del cubismo sintético, o, de la abstracción geométrica llegada de Europa, cuando Paris y Berlín luego de la Segunda Guerra Mundial, parecían extenuados. En el caso de Pollock, se decantará por la acción impersonal de pintar, desarrollando un estilo emocional, gestual, tendiente a un automatismo sin un contenido determinado, con un marcado acento en el propio proceso pictórico como parte del acto creativo. Rotko, por su parte, optará por aplicar pintura por todo el lienzo de un modo cuidadoso y ceremonial, creando a partir de lienzos monumentales, grandes áreas de color unificado, de igual intensidad cromática, basada en la fuerza expresiva de la coloración. Opuestamente, si nos fijamos en “Hot” de Marcos, obra de 2014, apreciamos que el control de la obra se funda en el dibujo o, más bien, en la fotografía intervenida digitalmente, la distribución del color es plana, casi pixelada, el manejo de la figura de la muchacha está posicionada de izquierda a derecha, con veladuras sucesivas de color que sitúan la luz de derecha a izquierda, ejecutada con transiciones cromáticas precisas y un fondo sin volúmenes, con un tratamiento apenas apreciable. Nos muestra, en síntesis, una situación cotidiana que prescinde de un espacio- tiempo localizado y situado. Nada más lejos de Pollock y Rotko.

UN DÍA CUALQUIERA

Técnica acrílico y aerógrafo en cartón

2011

Esto nos lleva a preguntarnos, si la fuente del Pop de Marcos rehúye la sacralidad del expresionismo abstracto, ¿de dónde surge? La respuesta más sencilla sería: el Arte Pop de Warhol, Wesselman, Liechtenstein y Rauschemberg. En mi opinión, la respuesta es a los primeros dos sí, y a los segundos no. En cuanto a los dos últimos no, ya que en Marcos no encontramos la presencia imitativa del comic de Lichtenstein, ni del collage con tintes políticos o relacionados con la ultra actualidad de Rauschemberg. Con los otros dos, las proximidades resultan casi obvias. En el caso de Tom Wesselman, podemos observar ciertas afinidades con el trabajo de Marcos. Según vemos, en “Bedroom painting número 38”, Wesselman se centra, al igual que Marcos, en la abstracción de la figura femenina, en que el dibujo y los colores facetados operen como soporte de un erotismo que sublima y juega con las, a veces complejas, a veces banales, formas de perder el tiempo. Como es frecuente en Wesselman, las obras de Marcos representan a mujeres recostadas, retozando relajadas, disfrutando libremente de su propia sensualidad, transformando lo que en nuestro mundo podría resultar en crítica -la pérdida de tiempo-, en su opuesto, vale decir, en alabanza al ir y venir con lentitud. Por otro lado, si bien la obra de Warhol está plagada de ironías y significados ocultos sobre la sociedad de consumo, hay evidentemente una nueva reinterpretación de la imagen, a partir de otras imágenes ya existentes, apropiándoselas como objeto estético a partir de una reelaboración que las convierte en un nuevo sujeto plástico. A modo de ejemplo, lo que vemos en el retrato de “Debbie Harris, 1980”, es una cierta pervivencia de los valores tradicionales de la figuración: composición equilibrada, una espacialidad armoniosa, el tratamiento nítido de las superficies, aunque, no obstante, lo principal, es que hay una usurpación y una transición de un ícono musical, cuya pervivencia Warhol desconoce, al mundo, comillas, “trascendente”, del arte.

Humphrey Bogard

Acrílico sobre PVC

52x76

2013

De un modo diferente al de Warhol, que sabemos que utilizaba una técnica absolutamente mecánica, la serigrafía, Marcos interviene las imágenes que toma prestadas de la cultura Pop, como es el caso de Humphrey Bogard, aunque también otras extraídas de su propio ejercicio fotográfico, con los elementos convencionales de la pintura, o sea, pigmento y pincel. Si bien ambos subvierten la jerarquía entre alta y baja cultura, en el caso de Marcos, nos fuerza a ver de una nueva forma la imagen real y la imagen pintada, proponiendo ver estos objetos, en apariencia triviales, con un ojo artístico diverso y renovado, desplazando al objeto a un juego entre realidad y apariencia, re-encriptando las imágenes mediante la intervención pictórica. A la inversa del norteamericano, que evitaba intervenir sus obras, Marcos compromete su habilidad y oficio técnico en la ejecución de sus obras, sea mediante capas de colores saturados, aplicados con el pincel manualmente, sea mediante desenfoques o alteraciones de ciertos detalles. Según apreciamos en su Elvis, la habilidad de Moscheni Flores, a la hora de elaborar una reinterpretación plástica, consigue apropiarse de una imagen convencional, generando y reformulando una imagen nueva a partir de modificaciones a veces sencillas, a veces complejas. Lejos del apropiacionismo de los años 80 de artistas como Sherrie Levine o Richard Prince, Marcos no intenta poner en cuestión la idea de originalidad, sino hacer las mismas preguntas de siempre, pero de un modo nuevo. Se trata de otra narrativa del personaje icónico Elvis Presley, porque Moscheni Flores, nos obliga a pensar en un contexto que él mismo ha cambiado y, por cierto, en el contexto mismo de las imágenes como algo cambiante y en perpetua transformación, pues, dentro de su imaginario son las imágenes las que definen qué es algo, en qué debe convertirse y cuál es el decurso del propio cambio que han de sufrir. A saber, lo que Marcos nos ofrece es más que un conjunto de obras que siguen una narrativa lineal, y lo que nos entrega es una re-situación de imágenes que, de no ser por su gesto artístico, acaso ni siquiera recordaríamos. De este modo, lo que nuestro artista persigue es no tanto materializar cierta aspiración a la originalidad, sino más bien repensar la diferencia entre aquello que es un producto de consumo y una obra de arte, esto es, repensar la diferencia entre aquello que es original y aquello que no. En este sentido, el trabajo de Marcos no niega que es el mismo Elvis de siempre, al contrario, lo dice sin miramientos, y es neto en indicar que lo que cambia es el discurso iconográfico al que ahora se halla circunscrito. Pareciera como si Moscheni Flores creyera de tal manera en estos motivos, que se siente llevado a enriquecerlos, a través de otro modo de exploración pictórica, posicionando figuras sobradamente manidas en posiciones diversas y cambiantes.

Hot

Acrílico sobre PVC

76x70 cm

2013

La segunda hipótesis que propongo es que el tránsito de Moscheni Flores al arte Pop responde a necesidades de tipo expresivo que estén a la altura de los tiempos y, que a nuestro artista le permiten explorar nuevas posibilidades pictóricas, lo cual, necesariamente nos lleva al proceso creativo mismo. En la era de la tecnologización, de la digitalización, nos hallamos mediados por las nuevas tecnologías en el tratamiento de la imagen, al punto que es difícil no concebirnos sin ellas en nuestro entorno. Una opción es que tal contexto más amplio y general nos encandile; la otra, es que derive en un fortalecimiento de los desafíos que los procesos creativos entrañan. En el caso de Marcos, los procesos digitales han entrado de lleno, por ejemplo, en aquello que dice relación con el dibujo, del que nuestro pintor decide prescindir, no obstante, ser un gran dibujante. Se trata de un trabajo muy próximo a la foto pintura, en que el trabajo de intervención digital de una imagen, que luego se reinterpreta con un uso privilegiado de pigmentos acrílicos, pasan a ser una y la misma cosa. En cierto modo, se trata de una práctica tecno artística. Esto, que podría conducir a pensar en algo frío o esquemático, en Moscheni Flores abre a otra clase de territorios. Su Tríptico “La previa”, de 2012, nos introduce en este proceso. La composición de la obra, con una única figura femenina, replicada en sus tres paneles está ejecutada en escorzo, proceso que se ve facilitado por el uso hábil de la fotografía. A pesar de tratarse de un único elemento pictórico, ocupa prácticamente todo el plano, por lo cual, casi no tenemos fondo. La línea imaginaria del horizonte, que es donde se sitúa la mirada del espectador, está ubicada en un punto extremadamente bajo, lo cual da a la figura femenina un halo de grandiosidad, particularmente notoria, si consideramos la longitud de los muslos, o bien el ancho de la falda de mezclilla que, sumado a la anatomía de las caderas, atraviesa de palmo a palmo el plano. Las proporciones, sin embargo, son realistas y fáciles de comprender. Notamos que se trata de tres momentos distintos, captados en poses similares, por la posición de la mano derecha y la dirección que marcan los cabellos, lo cual aporta solidez visual, fluidez y movimiento. Tenemos ante nosotros, una opción compositiva similar a la que observamos en “Crucifixión” de Dalí, o en obras más clásicas como en “Reflexión con dos hijos” de Lucian Freud u otras aún más clásicas como el escorzo del bebé de “La cámara de los esposos” de Andrea Mantegna. La diferencia con las obras citadas, es lo patente de la sensualidad de los muslos, la marcada sinuosidad de la figura femenina o el cabello pintado de forma fresca, casual, sin caer en lo porno o lo sexual.

SOÑANDO CON NEMESIO

Acrílico sobre trovicel

40x40 cm

2013

En este mismo sentido, un aspecto que llama poderosamente la atención en la obra actual de Moscheni Flores, es la capacidad que posee para, a partir del uso de tecnologías de edición digital, transmitir sensaciones versátiles, humanas y profundas. Tal es el caso de “Soledad o esperando” en que el uso de sombras y el intimismo dominan, sin por ello estar desprovista de una justa cuota de sensualidad, tanto por el realce del hombro descubierto de la muchacha, como por el pelaje de un gato apenas texturado que contribuye a ampliar la noción convencional de sensorialidad, normalmente asociada a la sexualidad humana, y no a la percepción olfativa o táctil de los sentidos que es su expresión más originaria. Situación parecida ocurre con “Preámbulo”. En la obra, una pareja se besa apoyada sobre una baranda de ladrillos. El hombre abraza a la mujer por las nalgas, mientras ella acaricia su cabello. El contraste entre la delicadeza del cuerpo femenino y la robustez de los brazos y la longitud de la espalda del hombre, sumado a la intensidad del abrazo nos transmite una sensación general de pasión y cotidianeidad, pues, bien podría ser que la pareja resulten ser nuestros amigos o simplemente una pareja que vemos al pasar. Ello, pone de relieve la intensión expresiva de Moscheni Flores de evitar toda ampulosidad y, en todo momento, reconducirnos a la realidad concreta sin idealizaciones innecesarias, o, artificios técnicos que puedan parecer simple pirotecnia. Estamos, pues, ante la cotidianeidad de un Pop figurativo, de un Pop orgánico, que no recurre a cajas de detergente o urinarios, o bien a complejos argumentos estéticos, sino que pretende instalar la idea de que las escenas mundanas e individuales también pueden ser universales, sólo por el hecho de que todos las hemos vivido. Todo ello en un sentido muy diverso al de obras declaradamente sexuales, pero al mismo tiempo producto de la imaginería del artista, como es el caso de pinturas como “El Abrazo” de Egon Schiele, o, demasiado pasadas por la criba del formato del comic como en “Beso V” de Lichtenstein (que ya mencionamos) o, por otra parte, otras acaso más explícitas como “En la cama”, de Toulouse Lautrec, en que aparecen dos mujeres besándose luego de hacer el amor. En absoluto. Lo que nuestro artista se esmera en todo momento en mostrar, es que no es preciso acudir a fijaciones a posteriori de los instantes, sino situarnos en el instante mismo en que las cosas transcurren.

LA PREVIA A

Tríptico 

51x57 cm

2011

LA PREVIA B

Tríptico

51x57 cm

2011

LA PREVIA C

Tríptico

51x57 cm

2011

El uso de tecnologías de edición de la imagen influye, entonces, en el poder expresivo de la obra de Marcos. Porque conjuntamente con un artista plástico, estamos ante un excelente fotógrafo muy poco consciente de su auto importancia. Venido del mundo de la fotografía publicitaria, con todo el acervo de lo que es correcto mostrar y no, en relación con la captación de imágenes, es capaz de ofrecer resultados de un altísimo nivel técnico y compositivo, gracias a su precisión para capturar primero con la fotografía, a las que luego, suma las intervenciones que desarrolla en virtud de su sagacidad pictórica. Creo que este rasgo del trabajo de Marcos es vital, ya que, al nutrirse de la fotografía, su pintura está más cerca del “Instante decisivo”, del fotógrafo francés Henry Cartier Bresson que de la serialización de Warhol. Se trata de una pintura hecha en el momento justo, en el momento oportuno. Tal y cómo nos muestran las series fotográficas realizadas por Cartier-Bresson en sus viajes por la Europa de pos guerra.

ELVIS

Acrílico sobre PVC 

2012

La tercera hipótesis que quisiera proponer es que en la etapa Pop de Marcos existe relativo un predominio del retrato por sobre el paisaje. El retrato posee una idiosincrasia propia y particular. Quiere representar la apariencia o el aspecto externo de un sujeto. No obstante, en Moscheni Flores tal sujeto se presenta en su pintura recubierto de unas ropas o una carcasa que debe ser descifrada, mostrando una subjetividad emocional o psicológica que no sale de lo cotidiano y, en cuanto tal, podría concernirnos a todos, por medio de la representación de una persona o un objeto, puesto ahí delante, y que inevitablemente nos compromete o convoca a descifrar la razón que mueve a la situación. Esto me parece fundamental, porque la visión convencional sugiere que el retrato es funcional en la medida que debe graficar fielmente al retratado, sea por su importancia, voluntad de trascendencia o simplemente porque ha pagado. Esto, al trabajo de Marcos, no es lo que le interesa. Como en Auerbach o Francis Bacon, el retrato deja de ser representativo para explorar otras variables y convertirse finalmente en pintura, a medio camino entre la experimentación y la inevitable ligadura con la psicología de la persona representada. Moscheni Flores, hace pintura a partir del retrato, hace abstracción de la persona representada, su pintura se torna trabajo matérico o formal, aunque siempre sabemos que lo que tenemos en frente es una persona que, o bien, conoció, o bien, podríamos nosotros mismos haber conocido. Al igual que Frank Auerbach o Bacon, que normalmente partían de una fotografía de un amigo o un amante, Marcos parte de una foto con el interés de ejecutar una investigación plástica que funcione de modo autónomo a la persona representada, vale decir, toma el retrato como punto de partida para ir en otra dirección, de forma tal que la obra se convierte en juego pictórico constante, y en una pieza de arte autónoma, sin perder, por ello, su búsqueda de una conexión con la emocionalidad interna del retratado, lo cual me parece, opera como una de las principales características de Marcos en cuanto pintor enfocado en el retrato en menor medida que en el paisaje. El retrato en Marcos está identificado con su mundo cotidiano e íntimo. Los retratos son el mundo de Marcos y el mundo de Marcos son sus retratos. Los escogidos no son personajes ilustres o modelos tomadas al azar sino parejas, amigos, amigas, parejas que dejan de serlo, personas que ya no forman parte de su entorno, y que les traspasan a sus retratos una emotividad normalmente muy difícil de conseguir, sin caer en los clichés del retrato posmoderno al estilo Kipemberger o George Condo. No. Lo que le interesa a Mocheni Flores, no son los clichés humanistas, sino la dignidad con la que representa a sus retratados, sean quienes sean, y que pasan a habitar el conjunto de su obra. Frente a la imagen de perfección y alegría sin interrupción de las redes sociales, nuestro artista refleja una cualidad totalmente integradora, en que la intimidad es el vector fundamental, cuando no, su intención final, para lo cual, como sabemos, quienes lo conocemos, no necesita adherirse a ninguna escuela de pensamiento filosófico, acervos estéticos, o desplegar discursos formales que apoyen o expliquen su trabajo.

SOLEDAD O ESPERANDO...

Acrílico sobre PVC

2013

Llegados a este punto, me gustaría provocar una falsa dialéctica. Una confrontación imaginaria con el nombre que seguramente a muchos ha venido a su mente. Acaso, para los que quizá lo conozcan venga a su memoria Lucian Freud como retratista. Probablemente el mejor retratista del siglo XX. Ultra famoso, ultra técnico, ultra caro, Freud es el artista que ha sobrevivido a todas las vanguardias y, aun así, se ha hecho la maña para parecer ultramoderno, único y con un estilo extremadamente distintivo al mismo tiempo. Lucian Freud, fue un gran pintor, que yo, como muchísimas personas en todo el mundo, admiro también. Sé, de igual manera, que, como su abuelo Sigmund Freud, no fue una buena persona, y que en muchos casos es preciso separar la obra del personaje, sea que se trate de pintura o psicoanálisis. Al respecto, si me permiten, daré mi opinión. Con Lucian Freud me sentiría tentado a decir que no sólo creo el personaje del “mejor retratista del Siglo XX”, sino que además creyó ser ese personaje. Él, quien necesitaba meses de meses y millones de millones de horas para terminar un retrato porque no conseguía, según el mismo confiesa en sus cartas, los resultados expresivos que buscaba. O, por otro lado, Lucian Freud, dejándonos “Retrato de un artista sorprendido por una admiradora desnuda”, testimonio no sólo del tamaño del ego de Lucian Freud, ya bastante comprobado por la manera que lo pintó que, en lo personal, sólo me puede provocar vergüenza ajena, y no me puede parecer más que la expresión de cómo era la persona Freud. Como decía, si bien admiro su obra, por momentos Freud me parece tan inmerso en la construcción del personaje, que nos dejó decenas de autorretratos con la misma y repetida fórmula del contrapicado, la misma fórmula para la piel, la misma coloración, la misma pose adusta, casi como si nos dijese: aquí, en frente de ustedes, hay un genio de la pintura.

PREÁMBULO

Acrílico sobre PVC

2013

Creo que, si bien es un portento técnico y un maravilloso artista, en retrato, Freud, no logra el alcance de Moscheni Flores, porque lo que vemos en sus trabajos es sólo a Lucian Freud y no la necesaria atención a las personas que nos provee Marcos. En Freud todo es carne y gris de fondo. El color no existe, es sólo carne. En cambio, si vemos una obra de Marcos, él nos regala color sólo con el uso del acrílico y, con eso, dice más que un rostro. Rebosa familiaridad, como si se tratara de un capítulo de una novela, un video arte con un determinado filtro de imagen o un poema escrito con un estilo personal e inconfundible. En Marcos, si miramos a la familia o a la virgen rezando por su hijo muerto, alumbrada únicamente por unas cuantas velas, no necesitas saber nada más. La situación se contiene en sí misma. Y no remite al artista, al menos, autotélicamente. Porque nada en Moscheni Flores remite a Marcos la persona. Es como si a partir de aquella decisión fundamental de ser pintor hubiera decidido volcarse hacia afuera, renunciar a ser Marcos Moscheni Flores, y que en sus retratos los auténticos autores fuesen quienes realmente protagonizan las obras, o sea, quienes, posan para sus normalmente ocurrentes fotografías. En concreto, aunque debamos luchar con esa mirada de que arte es el arte que se expone en Santiago, o el arte y los artistas de fama y prestigio mundial, encontramos en nuestro pintor algo hoy por hoy muy escaso de hallar en cualquier lugar, esto es, una enorme capacidad de transmitir un grado de intimidad, comunicación y un nexo difícil de eludir con quienes decide incorporar a su trabajo.

RICA RIQUEZA

Acrílico sobre PVC

2013

Frente a otros trabajos más sencillos de ver y apreciar, más sencillos de vender y de volver mainstream, es muy difícil clasificar la obra de Marcos. A modo de prueba, tenemos su bella serie Juan Salvador Gaviota. Inspirada en las lecturas de infancia de la novela de Richard Bach, representa, al igual que sus carruseles, o el trabajo en retrato que acabo de comentar, una diferencia cualitativa radicalmente opuesta a su estilo surrealista previo, quizá, mayoritariamente inspirado por las reflexivas pinturas de René Magritte. En arte, esta clase de vuelcos resultan extremadamente complejos de realizar, sin caer en lo repetitivo. Como podemos ver en Juan Salvador Gaviota número 2, ya aparece ese tenor escenográfico que caracteriza algunas de las mejores obras de Marcos. De alguna manera, si bien se trata de una composición que podría parecer muy estudiada, con aquellas aves mirando y viniendo hacia el espectador, el ritmo y la primacía de las líneas curvas, hace que la obra posea un aire de inusitada espontaneidad. Las mujeres de esta serie invitan a entrar en lo onírico, en el sueño, como si fuesen las guardianas de ese sueño. La distribución vertical simétrica, la superposición de imágenes, la gestión de peso visual es impecable, al tiempo que, presenta temas multidimensionales, mediante una poderosa combinación de lo conmovedor y lo puro, generando unos conjuntos pictóricos que redefinen el concepto de pertenencia a un lugar específico y localizable, porque el espectador con dificultad podría reconocer aquí un bosque, o, un mar representado en tonos tierra, ocres u opacos que, paradojalmente, exhiben un extraño brillo. Hay algo, sin embargo, a lo cual no podemos acceder. Si bien todo está en su lugar y se corresponde con la lógica, hay algo que desconocemos que sucede, lo cual, aporta ese elemento de misterio y simbolismo a esta serie y, en Juan Salvador Gaviota número 1, en particular se exhibe de forma evidente. Sin validarlo como surrealismo en el sentido de las vanguardias, sabemos que hay elementos de este movimiento presentes en la pieza, aunque, por ello mismo, el significado de la imagen se resiste a ofrecerse con facilidad. Si tuviésemos la posibilidad de observar la serie completa (ya casi plenamente vendida), probablemente podríamos reconocer alguna clase de narrativa o, probablemente no, y lo que hallemos sea sólo un conjunto de obras sin un lineamiento claro, más allá del nombre o la referencia literaria que las titula.

JUAN SALVASOR GAVIOTA 1

Acrílico sobre PVC

2019

De forma similar, Juan Salvador Gaviota número 1, está fuera de cualquier clase de automatismo. Se trata de una imagen también muy bien pensada y ejecutada. Pintada en tonos azules, es decir, fríos, la obra transmite una inquietante calidez. En función de la manera en que Marcos da forma a la trama que nos presenta, con su combinación de verticales y diagonales, su diversidad y yuxtaposición de planos, su manera de hacer pintura al modo del fotomontaje, sin focos de luz definidos, sino la luz encarnada y proyectada desde los objetos y su contrapeso y dinamismo, la serie refuerza la invitación a ingresar a un sueño. Esto explica por qué nuestro artista recurre a motivos pictóricos a medio camino entre la abstracción y lo figurativo, entre lo onírico y lo cotidiano. Según pienso, en ambos trabajos es importante considerar que no vemos el rostro de estas mujeres-guardianas de sueños. Esto, que podría derivar en una pérdida de calibre expresivo, porque qué es más emotivo que el rostro humano, se ve compensado con que las aves, cuyo impulso al volar Marcos captura de excelente forma, a pesar de encontrarse incompletas, y es nuestro ojo el que debe aportar aquello que falta o simplemente quiere ver ahí donde no hay más que esbozos. Únicamente nos basta con la captura del movimiento y la fuerza que impulsa a estas gaviotas para saber que el ingreso a este sueño no será fácil, si es que acaso nos es posible, porque lo más probable es que estemos presenciando el sueño de las propias muchachas. Ya que no podemos entrar en los sueños de otros, de ser este el escenario, a menos que medie la metáfora o el símbolo que el artista nos provee, nos sería imposible entrar.

JUAN SALVADOR GAVIOTA 2

Pues bien, ya llegados al final, lo que ocupa a Marcos hoy mismo es la serie “El Carrusel de la vida”. Como Litoral, tenemos la suerte de poder apreciar estos últimos trabajos, puesto que, a fecha de esta charla, la serie se encuentra sin acabar, y continúa siendo realizada por nuestro artista. Con esta serie me ocurre en lo personal algo curioso. Me pasa que, siendo figurativa como se puede ver, creo que es tan abstracta como podría ser un Kandinsky. Aunque Marcos no es el tipo de pintor compositivo, cerebral o teórico, por momentos me parece que bien podría satisfacer el gusto de quien ve en las formas puras del arte, un valor mayor que la mera imitación de la realidad. Ello, creo, es así, porque a no ser que reconozcamos ciertas figuras de estructuras propias de los carruseles y, evidentemente, los caballos, gran parte de estas pinturas podrían ser inscritas dentro de la abstracción. Lo cierto es que son lo suficientemente narrativas, y enigmáticas para captar el interés y obligar a quien las ve a rellenar los datos o elementos que faltan. Estos carruseles son fríos y distantes, al mismo tiempo que alegres, sobre todo si consideramos el tipo de cromatismo que contienen. Hay algo en ellos que no es normal, lógico, sino poético, algo que, a falta de un mejor término, denominaría ausencia. No hay en ellos niños montados, ni padres saludando a sus hijos o el barullo que regularmente asociamos a este tipo de objetos. Por el contrario, vemos caballos, pero su mirada es fría, son prisioneros, están incompletos, pues no cumplen la función de entretener. A pesar de ser exuberantes y estar llenos de detalles, al punto de parecer casi kitch, no participan de la cultura de lo sobrecargado, tan cara a mucho del Pop americano, o, el a veces hipócrita, american way of life. No. Su tema principal es la soledad. Tenemos ante nosotros caballos que, en su soledad, están atrapados en un girar constante, metáfora que Marcos extrapola a la vida misma, en que el sin salida pareciera ser la constante para nuestro artista y que, a modo de idea básica, motiva toda la serie.

EL CARRUSEL DE LA VIDA 1

Acrílico sobre PVC

2024

En lo técnico, con secciones horizontales con mayor trabajo plástico, con el color aplicado al modo de la serigrafía, con elementos geométricos o con aquella construcción facetada, pixelada elaboración de las texturas. Ello hace de los carruseles de Moscheni Flores obras que producen un compromiso con el espectador y una sensación de intimidad desde la distancia, desde la lejanía y, en sí mismos, transmiten emociones alejada de lo festivo. El color está cuidadosamente trazados y estudiado, sugiere una inclinación que surge de los antecedentes históricos del arte Surrealista y Pop, pero, al mismo tiempo, se aleja de este tipo de corrientes. Esto, porque si bien, en estos carruseles se observa una puesta en valor o relevancia de lo cotidiano, o más bien, cierta iconicidad de lo cotidiano, el aplanamiento en la figuración y la resistencia a producir profundidades marcadas, transmiten cierta simplicidad emotiva, que no abandona del todo la emulación de la impresión digital, fuente y fin de la artificialidad de caballos puestos en una superficie metálica, inorgánica, de metal giratorio, cuyo único fin es servir para ser montados por otros, para el goce de otros. En Marcos, se trata de una nueva figuración, en que el acento está puesto no tanto en lo onírico, como podría ser el caso de la serie Juan Salvador Gaviota, sino en la manera en que es posible que los objetos inanimados transmitan su propia psicología, de un modo tan íntimo y personal que se puede decir que casi tocamos el alma de estos caballos sin vida, pero que, sin embargo, nos responden de una forma tan amigable como hueca. Como si se resistieran a mostrar su esencia, los caballos de Marcos aparecen con sus ojos negros y profundos, sin demasiado trabajo pictórico, inaccesibles, pero también llenos del optimismo de cualquiera que haya sido un niño y haya disfrutado de montarlos. Para finalizar, considero que el problema con el trabajo actual de Moscheni Flores, no es un problema del artista, antes bien, es un problema de la mirada adulta y ambivalente de los adultos, tanto poblados de desilusiones como de recuerdos felices, ya que si los mirara el niño que alguna vez fuimos, sólo vería ahí caballos de colores girando. Somos nosotros quienes vemos en estas obras a simples autómatas muertos o desesperanzados, y no, objetos capaces de producirnos emociones bellas y edificantes. O quizá no. Y efectivamente, como todo buen artista, en esta ambivalencia es que se juega la calidad de Marcos. Porque es de su mente y de su oficio del que nacen esta clase de inquietudes, ligadas tanto a lo abrumadora que se ha vuelto la vida en sociedad, que sumerge al mundo humano en incertidumbres tan abundantes como frecuentes. Según pienso, la captura de tales cuestiones, corresponde sólo a un puñado muy pequeño de artistas, del cual, sin duda, Marcos Moscheni, Flores forma una parte que con dificultad podemos eludir y que, al contrario, debemos aprender a valorar, puesto que, más allá de ser un pintor afincado en el Litoral, asombra por su intención de innovar, cuando, bien hubiera podido continuar con su exitoso periodo surrealista.

CARRUSEL DE LA VIDA 3

Acrílico sobre PVC

2024